12 abr 2011

Un caso especial.

Comenzó la rutina y Robert salió de su casa, 1932 sólo podía ser un año bueno en Chicago.
Pensó si podía dejar ya de ser un detective privado, tenía 38 años y se sentía demasiado cansado, tal vez era momento de jubliarse, sin embargo su espíritu siempre había sido bastante fuerte.
Ese día en especial, la ciudad de los vientos parecía llorar, el cielo dejaba caer gotas muy pesadas de lluvia, y sentado en su oficina, Robert veía desde la ventana todo el show. Se paró un momento, su café ya estaba listo, su secretaria entró a la oficina y se lo dejó en el escritorio, le agradeció con un gesto muy serio a la hermosa rubia y prosiguió rondando por el cuarto.
«Éste último caso ha sido muy difícil, no puedo creer que las personas se estén volviendo tan locas, si siguen así para 1940 la mitad de Chicago habrá sido asesinada» pensó Robert mientras tomaba el primer sorbo de su café. Las cosas no le habían ido muy bien, llevaba meses en el caso y por más que lo intentaba no podía resolverlo, era como si las piezas fueran de varios rompecabezas incompletos.

-Señor Stadpole, hay una...
-Paige, te he dicho que me llames Robert.- interrumpió el hombre a su secretaria.
-Lo siento Robert, hay una mujer que dice conocerlo, está esperando en la recepción.
-Puedes decirle que pase- dijo, mientras pensaba cómo alguien lo podía conocer, ni el mismo se conocía.

Entró una joven de ojos grises, el cabello castaño y el cuerpo más hermoso que Robert había visto, tomó asiento tímidamente y al momento que Robert tomó su asiento, la joven comenzó a hablar.

-Me siento un poco extraña, es la primera vez que vengo con un detective, perdón por mentir cuando dije que lo conocía, sentí que si no lo decía no accedería a verme, siento que es algo urgente.
-No te sientas así, es algo muy normal, pero intentemos hablar de el caso, ¿Qué es lo que te pasa?
-Bueno, mi esposo ha estado muy distante, siento que está viendo a otra mujer- dijo la joven, al parecer algo avergonzada.
-Lo creerás increíble, pero la mayoría de los casos que cubro son parecidos, los hombres somos terribles, ¿Cierto?- respondió Robert para romper el hielo.

Siguieron platicando sobre los detalles del caso, y al cabo de una hora, la joven se levantó de su silla y dejando una nota en el escritorio de Robert, dió media vuelta y salió de la oficina. Robert intrigado por el caso, rápidamente intuyó que tenía algo que ver con los asesinatos que estaba investigando, había ciertos hechos que coincidían, pero en ese momento no tenía cabeza para pensar en eso, sólo podía pensar en lo hermosa que esa joven se veía, se preguntaba si ella lo habría encontrado atractivo también, retomó su asiento y poniendo sus pensamientos en orden se dió cuenta que ella no había dicho su nombre, ni su dirección, ni su número de teléfono. Robert checó sus anotaciones, sólo para darse cuenta que los únicos datos que tenía eran sobre el esposo de la intrigante mujer, pero al echar un vistazo más profundo, se dió cuenta de la nota en su escritorio, la tomó y vió el escrito "Calle Müller #1029", ¿Qué estaba pensando la joven?, ¿Esperaba que Robert fuera a visitar ésta dirección?, ¿Sería su domicilio?. Entusiasmado, salió corriendo de su oficina sin despedirse de Paige y subió a su carro, manejó hasta la dirección y encontrandose frente a una casa enorme, era una zona muy linda, bajó de su carro, y prendiendo un cigarrillo se acercó a la puerta.

-Veo que no se demora detective- dijo una voz por detrás de Robert.
-Es mi trabajo señorita.

En ese momento Robert volteó y viendo a la joven a los ojos, le dijo:

-Olvidé preguntar tu nombre, es parte importante de mi investigación.
-Rachel Williams, y si no le molesta, me gustaría saber el suyo.
-Robert Stadpole, a tus servicios Rachel.
-Bueno, y ¿te tomaste la molestia de cruzar toda la ciudad sólo por un nombre, Robert?
-Era eso, y también tengo que empezar mi investigación desde algún lugar, ¿No lo crees?
-Si ese es el caso, lo mas probable es que quieras entrar.
-Me parece una buena idea, pero si tu espozo se da cuenta de que hay otro hombre dentro de tu casa, podría perjudicar el caso.

Rachel, sin responder al comentario de Robert, se acercó a la puerta, la abrió y extendiendo su brazo, hizo un gesto para que Robert pasara.
Estando dentro de la propiedad, Robert tomó nota de varios muebles que se veían golpeados y de cómo eran los cuadros en las paredes. Después de anotar varias cosas (cosa que Robert hacía para no delatar el hecho de que estaba ahí sólo por ella), volteó con Rachel y dándole una fuerte mirada a los ojos y una sonrisa muy segura, le dijo que no tenía más que hacer ahí, y se retiró.

Pasaron unos días más y el clima seguía algo lluvioso, otro asesinato más, al parecer del mismo asesino que estaba investigando, ésto estaba llegando muy lejos y él tenía que hacer algo, así que cargado solo con una pistola y su falsa valentía, salió de su oficina y subió a su carro. Robert estaba en un estado de adrenalina, necesitaba encontrar a ése tipo, así que retomando su invesitagición fué a casa de Rachel, se acercó a la puerta y timbró. Para su sorpresa, ésta vez apareció un hombre, que parecía estar muy enojado.

-¿Podrías decirme qué es lo que buscas?- dijo el marido de Rachel.
-Soy el detective Stadpole, estoy investigando un caso, necesito preguntarle algunas cosas a su esposa.
-Lo siento, pero mi esposa no está dispuesta en éste momento.- y diciendo éso, el marido de Rachel cerró la puerta.

Robert, siendo muy observador, había notado las botas de equipo pesado que usaba el hombre, así que decidió empezar por ahí, fué a la escena del reciente asesinato y empezó a buscar huellas de tamaño grande en el piso, pero lo único que encontró fue una pequeña huella y una especie de pintura roja en el piso. Tras días de revisar toda su papelería y de intentar encontrar una manera de relacionar los asesinatos con las infidelidades del esposo de Rachel, Robert finalmente tenía una idea de lo que podría estar pasando, pero tal vez era muy tarde, Paige entró en la oficina de Robert y con una cara pálida le dijo:

-Señor Stad... Robert, necesitas ver lo que hay afuera.

Robert bajó las escaleras y destrozado  por la terrible imagen que presentaba la banqueta simplemente respondió:

-Paige, llama una ambulancia, yo tengo que cerrar éste caso de inmediato.
-Si Robert, en seguida.

La terrible imagen de Rachel tirada en el suelo con la cara hecha un desorden hizo un fuerte impacto en el cerebro de Robert, éste ya no pensaba dejar libre a ése asesino ni un segundo más, el esposo de Rachel tenía que ser encarcelado y castigado. Robert fue de nuevo a casa de Rachel, ya había anochecido, la lluvia estaba fuerte, y no obtuvo respuesta de la puerta. Decidió entrar a la fuerza, y estando dentro notó un par de cuchillos en el suelo y un terrible sonido de tristeza cruzando la puerta de la cocina. «Ya te tengo, arrepentido e indefenso, ahora sí vas a pagar» pensó Robert, y entrando a la cocina, vió a el pobre hombre tirado en el suelo, y junto a él, una mujer, quien le apuntaba a la cabeza con su pistola.

-¡¿Paige?!, no se supone que hagas justicia sobre tu propia mano, deja que las autoridades se encarguen de éste cerdo.
-Robert, tu siempre tan correcto, pero, ¿creías que tal inteligencia y destreza solo podrían ser hechas por un hombre?- Replicó Paige.
-¿A qué te refieres?
-Robert, años y años a tus servicios y jamás me prestaste ni un poco de atención, todas las noches llegaba a mi casa y lloraba, llegaba al trabajo y con mi hermosa sonrisa intentaba que me dieras un poco de amor, que me amaras como a tus clientes, que mis faldas cortas te provocaran, que te excitaras al verme y me hicieras el amor como a esas mujeres que entraban solas y tristes por sus maridos, deseaba que tuvieras ésa pasión por mí, como la que tienes por tus criminales, pero para ti era imposible, estabas cegado por tu trabajo, así que pensé «¿Por qué no convertirme en todas esas cosas que él ama?, en su trabajo, en su criminal, en su única preocupación», pero ni aún así podías darte cuenta, tuve que llenarte de pistas, tuve que forzar a éste idiota para que engañara a su esposa conmigo, tuve que hacer que ella acudiera a ti y te interesaras un poco más en el caso, te interesaras más en mi.
-Pero Paige, ¿Estás loca? Ésto es algo estúpido, claro que siempre me fijé en ti, claro que quería estar contigo, es sólo que ésto es demasiado.
-Robert- contestó Paige -Claro que no estoy loca, sé lo que hago, te conduje hasta aquí, he matado por ti, estoy lista para que me tomes, para que puedas amarme.

Paige disparó su arma contra el esposo de Rachel y la tiró al suelo, se acercó a Robert y lo abrazó. Éste no podía quitar la cara de asombro, se sentía tan asqueado por el caso, todo era más complicado de lo que creía, suavemente quitó a Paige de su camino y se agachó por el arma, ésta arma era inconfundible, era su arma, la única que él había tenido, levantó la cabeza, y tomando fuertemente el mango de su pistola, apuntó a la cabeza de Paige y le ordenó que saliera del domicilio.

Lo último que se supo de Paige Craftside y Robert Stadpole es que se subieron en su viejo Ford '28 y partieron hacia donde nadie nunca los podría encontrar.



[Slake]

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